Esta semana ha sido un carrusel de emociones para mí. Y puedo agradecerle eso a esta película, en parte.
Blue is the warmest colour es el título en inglés, y en español, La vida de Adéle.
Idioma: Francés.
Duración: 3:00 hrs.
Este film se lanzó en el año 2013, y estuvo nominado a varios premios, de los cuales se llevó un buen par. Y con razón.
La película gira en torno a una adolescente, que pronto descubre su sexualidad y, aunque en un principio le resulte confuso, como a todos, al final logra definirse y, más importante, aceptar que no tiene nada de malo, que cada uno vive su sexualidad de forma distinta y que hay cosas que no siempre podemos controlar.
A pesar de que tiene escenas algo fuertes (+18), en sí el mensaje de este film es lo más importante. Los colores, el diálogo y la fotografía se llevan también un aplauso de mi parte.
No quiero entrar en detalles de la trama -la verdad sólo los llenaría de spoilers- pero sí me gustaría compartirles un poco de lo que pasó en mi cabeza al ver la película.
Observar a Adéle en la pantalla me hizo pensar, en algún momento, en mi yo adolescente. Ahora, con veinte años de edad y un poco más de sentido común y experiencia, puedo permitirme admitir que me tropecé muchas veces en el camino, al menos en lo referente a mi sexualidad.
Viniendo de una educación estrictamente católica, con una familia de mentalidad no muy abierta, con una personalidad introvertida y además recién egresada de un colegio de monjas, era de esperarse que mi paso por la preparatoria estatal fuera, a lo menos, difícil.
Los semestres llegaron y se fueron, y con mis caminatas diarias pronto me di cuenta de que mi "curiosidad" despertaba. Jamás había tenido un noviazgo, y si bien sabía algo sobre la famosa pregunta de "¿De dónde vienen los bebés?", lo cierto era que me sentía completamente perdida. Y en eso me identifico con Adéle. No sabía a quién acudir, y no entendía los sentimientos que pronto fueron desarrollándose en mí conforme las interacciones con otras personas se sucedían.
Todo se aclaró poco después de lo que llamaré mi primer amor. No me quedaban dudas de que eso que yo había sentido era un parteaguas. Siempre había decidido ignorar mis sentimientos cuando estos se dirigían a personas del mismo sexo. Pero en esa ocasión, era imposible negar que realmente lo había sentido.
Aceptar por completo que yo no era gay pero tampoco heterosexual fue una de esas experiencias que me cambiaron la vida, porque para ese entonces no conocía en lo absoluto el término adecuado: bisexual. Teniendo tanto amigos homosexuales como heterosexuales unos años después, decidí acudir a ellos en busca de consulta, pero lo curioso fue que siempre me topé con que aún así, mi orientación sexual no era siempre "válida" para ellos.
Me tomó unos cinco años poder llegar a estar en buenos términos conmigo en ese ámbito de mi existencia; y aunque todavía sigo trabajando en otros aspectos de mi vida, el día de hoy me siento perfectamente cómoda de decir sin pena que estoy segura de mi sexualidad. Si bien aún es un tema delicado para tratar con mi familia, ver esta película me ayudó muchísimo a darme cuenta de que no tiene absolutamente nada de malo el tener una orientación sexual diferente.
Quiero terminar esta entrada con una frase que me gustó muchísimo de la película.
"Love has no gender, take whoever loves you."
La película gira en torno a una adolescente, que pronto descubre su sexualidad y, aunque en un principio le resulte confuso, como a todos, al final logra definirse y, más importante, aceptar que no tiene nada de malo, que cada uno vive su sexualidad de forma distinta y que hay cosas que no siempre podemos controlar.
A pesar de que tiene escenas algo fuertes (+18), en sí el mensaje de este film es lo más importante. Los colores, el diálogo y la fotografía se llevan también un aplauso de mi parte.
No quiero entrar en detalles de la trama -la verdad sólo los llenaría de spoilers- pero sí me gustaría compartirles un poco de lo que pasó en mi cabeza al ver la película.
Observar a Adéle en la pantalla me hizo pensar, en algún momento, en mi yo adolescente. Ahora, con veinte años de edad y un poco más de sentido común y experiencia, puedo permitirme admitir que me tropecé muchas veces en el camino, al menos en lo referente a mi sexualidad.
Viniendo de una educación estrictamente católica, con una familia de mentalidad no muy abierta, con una personalidad introvertida y además recién egresada de un colegio de monjas, era de esperarse que mi paso por la preparatoria estatal fuera, a lo menos, difícil.
Los semestres llegaron y se fueron, y con mis caminatas diarias pronto me di cuenta de que mi "curiosidad" despertaba. Jamás había tenido un noviazgo, y si bien sabía algo sobre la famosa pregunta de "¿De dónde vienen los bebés?", lo cierto era que me sentía completamente perdida. Y en eso me identifico con Adéle. No sabía a quién acudir, y no entendía los sentimientos que pronto fueron desarrollándose en mí conforme las interacciones con otras personas se sucedían.
Todo se aclaró poco después de lo que llamaré mi primer amor. No me quedaban dudas de que eso que yo había sentido era un parteaguas. Siempre había decidido ignorar mis sentimientos cuando estos se dirigían a personas del mismo sexo. Pero en esa ocasión, era imposible negar que realmente lo había sentido.
Aceptar por completo que yo no era gay pero tampoco heterosexual fue una de esas experiencias que me cambiaron la vida, porque para ese entonces no conocía en lo absoluto el término adecuado: bisexual. Teniendo tanto amigos homosexuales como heterosexuales unos años después, decidí acudir a ellos en busca de consulta, pero lo curioso fue que siempre me topé con que aún así, mi orientación sexual no era siempre "válida" para ellos.
Me tomó unos cinco años poder llegar a estar en buenos términos conmigo en ese ámbito de mi existencia; y aunque todavía sigo trabajando en otros aspectos de mi vida, el día de hoy me siento perfectamente cómoda de decir sin pena que estoy segura de mi sexualidad. Si bien aún es un tema delicado para tratar con mi familia, ver esta película me ayudó muchísimo a darme cuenta de que no tiene absolutamente nada de malo el tener una orientación sexual diferente.
Quiero terminar esta entrada con una frase que me gustó muchísimo de la película.
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